viernes, abril 29, 2011

Desordenada habitación

Si algo está claro es que nunca es un momento propicio para revolver el caos e intentar reorganizarlo. Es obvio que acumulamos montones de cosas en cajones, baldas, armarios en nuestra habitación, en el cuarto al que debemos nuestros sueños, en el que, posiblemente, menos tiempo pasemos conscientes; pero en el que esparcimos y guardamos todas esas cosas que nos gusta tener. Entradas de cine y de algún concierto. Ropa, mucha ropa. Papeles. El billete del bono metro (vaya, estaba aquí... y yo buscándolo a principio de año para poder canjearlo... ¿Para qué lo quiero ya?). Cojines, camisetas y algún jersey. Tres toros, mis toros y hasta algún cedé. Sí, he dicho cedé, un Cd que hasta hace unas horas ocupaban una estantería . Y digo efectívamente "ocupaban" porque su función era más bien decorativa ya que no dispongo aquí de aparato alguno para poder escucharlos. El mp3 terminó relegando esos Cedés a la mera función de coger polvo alinados en una estantería y rememorar algunos de esos momentos mágicos vividos con ellos.

Toca ordenarlo todo, meterlo en cajas y cambiarlo de lugar. Otro lugar, otra ciudad, otro cuarto, otros cajones, diferentes espacios. Ciértamente, esas cosas con las que has compartido tantos momentos, esas que que rememoran tantos recuerdos de los que no puedes desprenderte, en el mismo momento en el que toquen la caja de cartón que servirá para transladarlos, perderán su magia y ya no volveresmo a considerarlos esenciales en nuestro día a día. Posiblemente, más del 80% de ellas permanenzcan en una de esas cajas con el cierto final de terminar apiladas en cualquier merendero, trastero, sótano o en donde encontremos hueco "y no moleste".

Bueno, debo volver a las cajas y al orden, aún me queda mucho que guardar. Más ropa, monedas, algún post que aparece en un cajón con un mensaje que el tiempo ha terminado por modificar, casi borrandolo, hasta hacerlo prácticamente ilegible. El billete del autobús (¿qué pretendía recordar cuando guardaba este billete del autobús?, ¿Por qué este y no otro?). Posters con historias y una guitarra amarilla; alguna foto, mil recuerdos. Bolígrafos que escriben y bolígrafos que ya no escriben. 

Puuufff... ¿y ésto? ¿Qué es esto y que hace aquí?

La bandera del día que ganamos el Mundial, con mil garabatos y millones de ilusiones y sueños hechos realidad, que decoró la pared desde aquel 11 de julio. Regalos traídos de los viajes de amigos, esos que son parte, ya no de nuestros recuerdos, sino de sus propios recuerdos. El disco duro extraible, el USB de 16 Gb, el disco duro portatil, el disco duro reproductor... ¡y el ordenador!, ¡Ya se me olvidaba el ordenador! Aún más libros, y más notas y más pasado que depositar en la caja de cartón. Pulseras, pendientes, collares. El maquillaje. Alguna lágrima. Libros, apuntes, algún mechero ya gastado (¡si es recargable, lo guardo!). Fichas de Poker, alguna carta, algún naipe. Y mucho más...

 ¿Qué es lo que hace que tantas cosas sean tan importantes para nosotros que no queramos desprendernos de ellas?, ¿Pero es que acaso las cosas generan recuerdos?, ¿Y qué pasará cuando terminé de recogerlo todo y me vaya?  Bufffff... No sé o no quiero saberlo o no quiero vivirlo o aprenderlo o sentirlo.

Ya casi está ya todo guardado en las cajas...

No, que seguro que no puede ser, que me dejo algo, que algo se me está olvidadno o algo he hecho mal o algo no está donde debería estar o es que esto no puede terminar... Mejor vuelvo a repasarlo todo. Sí, mejor... Mejor vuelvo a empezar. 

ISin lugar a dudas, algo falla porque... si algo está claro es que nunca es un momento propicio para revolver el caos e intentar reorganizarlo.


1 comentario:

  1. Que razón tienes, yo tengo una preciosa estantería-pilar de cedés en el estudio y seguramente sea la parte de la casa, junto con una estantería en la que guardo los libros con los que estudié, que más polvo acumula de la casa.

    PD: Lamento no haber estado en la entrega del talón, pero leí el mail con la hora al día siguiente. Mil perdones.

    ResponderEliminar